RUTA QUETZÁL SE FASCINÓ CON EL SEÑOR DE SIPÁN
* Exploradores juveniles visitaron atractivos de Lambayeque.
Veinticuatro años después de ser arrancado del sueño eterno por el arqueólogo Walter Alva, el "Señor de Sipán", antiguo gobernante moche, sigue siendo venerado por los actuales moradores del valle peruano de Lambayeque, a los que su descubrimiento hizo sentir como "descendientes de una gran cultura".
El Museo Tumbas Reales de Sipán, que alberga desde noviembre de 2002 los restos óseos del mandatario y el ajuar funerario que le acompañaba, recibió este jueves la visita de los chicos y chicas de la Ruta Quetzal BBVA, que han permanecido acampados en el recinto durante dos días.
En ese tiempo, los expedicionarios, guiados por la experiencia de Alva, han tenido la oportunidad de conocer al detalle los entresijos del que ha sido, quizá, el hallazgo arqueológico más importante de América Latina.
"La tumba del Señor de Sipán abrió una nueva perspectiva en la arqueología peruana, algo así como lo que pasó en Egipto con la de Tutankamón", explicó Alva en un encuentro con los medios de comunicación que viajan con la Ruta Quetzál.
El arqueólogo señaló que el descubrimiento cambió la actitud de los políticos y de la prensa peruana hacia la arqueología, contribuyó a la lucha contra los saqueos, "que han disminuido desde entonces", reactivó el interés académico y devolvió la ilusión a un país "que estaba pasando por malos momento".
Pero por encima de todo, destacó el impacto que causó sobre la población nativa, "que recuperó su autoestima al sentirse descendientes de una gran cultura" y se preocupó por proteger su patrimonio.
Desde la inauguración del museo, que el arquitecto peruano Celso Prado Pastor diseñó imitando una "huaca" o templo moche, el tesoro del "Señor de Sipán" ha recibido 1.300.000 visitas, 140.000 cada año, aunque, para Alva, "lo importante es que un 80 por ciento de los visitantes son peruanos".
"Se ha convertido en un icono de la región, cuya economía se ha visto muy favorecida, por ejemplo, con la construcción de hoteles tanto en Lambayeque -donde se encuentra Sipán-, como en Chiclayo", añadió.
El arqueólogo recordó la "profunda emoción" que sintió cuando las labores de excavación sacaron a la luz las primeras señales de lo que prometía ser la tumba de un antiguo gobernante de la Cultura Moche, que se desarrolló en la costa norte peruana entre los siglos I y VIII después de Cristo.
"Dar con algo así supone la culminación de la carrera de un arqueólogo y se trabaja con gran cariño, pero también tienes que mantener la cabeza fría, como un cirujano con su paciente, para no cometer errores", explicó.
Desde su descubrimiento, Alva y su equipo se esfuerzan por terminar con las redes de traficantes y compradores de objetos de colección, que son, según dijo, "los verdaderos culpables, y no los saqueadores, personas pobres que sufren necesidades y desconocen el valor de lo que venden".
"Educamos a la gente dando charlas por los pueblos y colaboramos con otros países. Es una lucha internacional fuerte, un trabajo silencioso a nivel diplomático", manifestó.
El valor económico de las piezas que se conservan en las vitrinas del Museo de Sipán, -unos 15 millones de dólares- no es para Alva tan importante como su valor histórico, porque "esa cantidad de dinero se puede volver a reunir, pero el objeto robado lo perdemos para siempre".
La denominada "Tumba 16", perteneciente a un guerrero y fechada en el siglo II después de Cristo, es el último descubrimiento del arqueólogo peruano que está convencido de que en el futuro "aparecerán otras nuevas".
"Entre el Señor de Sipán y el Viejo Señor de Sipán -localizado en la misma plataforma funeraria- hay tres generaciones probablemente, así que lo normal es que se encuentren más. En arqueología no está nada escrito".
El Museo Tumbas Reales de Sipán, que alberga desde noviembre de 2002 los restos óseos del mandatario y el ajuar funerario que le acompañaba, recibió este jueves la visita de los chicos y chicas de la Ruta Quetzal BBVA, que han permanecido acampados en el recinto durante dos días.
En ese tiempo, los expedicionarios, guiados por la experiencia de Alva, han tenido la oportunidad de conocer al detalle los entresijos del que ha sido, quizá, el hallazgo arqueológico más importante de América Latina.
"La tumba del Señor de Sipán abrió una nueva perspectiva en la arqueología peruana, algo así como lo que pasó en Egipto con la de Tutankamón", explicó Alva en un encuentro con los medios de comunicación que viajan con la Ruta Quetzál.
El arqueólogo señaló que el descubrimiento cambió la actitud de los políticos y de la prensa peruana hacia la arqueología, contribuyó a la lucha contra los saqueos, "que han disminuido desde entonces", reactivó el interés académico y devolvió la ilusión a un país "que estaba pasando por malos momento".
Pero por encima de todo, destacó el impacto que causó sobre la población nativa, "que recuperó su autoestima al sentirse descendientes de una gran cultura" y se preocupó por proteger su patrimonio.
Desde la inauguración del museo, que el arquitecto peruano Celso Prado Pastor diseñó imitando una "huaca" o templo moche, el tesoro del "Señor de Sipán" ha recibido 1.300.000 visitas, 140.000 cada año, aunque, para Alva, "lo importante es que un 80 por ciento de los visitantes son peruanos".
"Se ha convertido en un icono de la región, cuya economía se ha visto muy favorecida, por ejemplo, con la construcción de hoteles tanto en Lambayeque -donde se encuentra Sipán-, como en Chiclayo", añadió.
El arqueólogo recordó la "profunda emoción" que sintió cuando las labores de excavación sacaron a la luz las primeras señales de lo que prometía ser la tumba de un antiguo gobernante de la Cultura Moche, que se desarrolló en la costa norte peruana entre los siglos I y VIII después de Cristo.
"Dar con algo así supone la culminación de la carrera de un arqueólogo y se trabaja con gran cariño, pero también tienes que mantener la cabeza fría, como un cirujano con su paciente, para no cometer errores", explicó.
Desde su descubrimiento, Alva y su equipo se esfuerzan por terminar con las redes de traficantes y compradores de objetos de colección, que son, según dijo, "los verdaderos culpables, y no los saqueadores, personas pobres que sufren necesidades y desconocen el valor de lo que venden".
"Educamos a la gente dando charlas por los pueblos y colaboramos con otros países. Es una lucha internacional fuerte, un trabajo silencioso a nivel diplomático", manifestó.
El valor económico de las piezas que se conservan en las vitrinas del Museo de Sipán, -unos 15 millones de dólares- no es para Alva tan importante como su valor histórico, porque "esa cantidad de dinero se puede volver a reunir, pero el objeto robado lo perdemos para siempre".
La denominada "Tumba 16", perteneciente a un guerrero y fechada en el siglo II después de Cristo, es el último descubrimiento del arqueólogo peruano que está convencido de que en el futuro "aparecerán otras nuevas".
"Entre el Señor de Sipán y el Viejo Señor de Sipán -localizado en la misma plataforma funeraria- hay tres generaciones probablemente, así que lo normal es que se encuentren más. En arqueología no está nada escrito".
Fuente: EFE.
1 comentario:
ojala hayan disfrutado de todo y se lleven una buena impresion, para que invite a sus familiares a venir
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